Más allá de la discusión sobre el concepto de informalidad, el cual puede tomar diversas dimensiones, desde factores tributarios, laborales, de seguridad social, registro mercantil, entre otros, las ciudades a nivel mundial experimentan un fenómeno de actividades económicas que se desarrollan en los parques, calles y diferentes plazas sobre el espacio público; los cuales se convierten en su paisaje vivo, pero que conllevan una problemática pública y social sobre el espacio que es de difícil intervención. Dos economistas de la Universidad de Manizales publicaron un artículo sobre la materia, que nos permite entender, desde un punto de vista socioeconómico, la caracterización de la informalidad en una zona muy relevante de Manizales: el Centro Histórico.

Entre los principales resultados de la investigación, resulta que la localización de este tipo de negocios se concentra sobre zonas de buen flujo de tráfico de personas, destacándose: esquinas, paraderos de servicio público, supermercados, centros comerciales y algunas calles principales, algunos con estructuras fijas (módulos metálicos) y otros de tipo nómada, con desplazamientos permanentes. Frente a los tipos de establecimientos de venta en el espacio público del Centro Histórico se detallan en un 24% carretas y 18% casetas, seguido de 10% de quioscos, 10% mesas y un 38% otros, en donde se incluye manteles o sábanas. El 35% de estos negocios son dedicados a la venta de productos de confitería, 23% de frutas y verduras, 11,5% de ropa, 9,1% de comidas y bebidas en general, 8,7% de productos de cacharrería y el resto entre accesorios de televisores, relojes, revistas, periódicos, helados, música y películas. Hasta este punto, se denota que la informalidad del centro histórico esta 100% concentrada en el sector de comercio, con líneas muy claras de productos al por menor, pero ¿quiénes son las personas detrás de estos negocios?

La población dedicada a este tipo de actividad son en su gran mayoría personas con bajos niveles de educación (65,4% tienen máximo primario), con más de 10 años en la informalidad (67% de los encuestados), recibiendo ingresos diarios proporcionales a menos de un Salario Mínimo Mensual Legal Vigente-SMMLV al mes (61,6% reciben menos de $20.000 de ingresos diarios), y que migró a la informalidad por diferentes motivos, como la falta de oportunidades laborales (34,1%), por sustento familiar (25%), necesidades diversas (10,6%) y otros, como problemas de edad y de salud (6,3%).

Este tipo de investigaciones son de importante utilidad para los actores públicos y privados, desde la perspectiva de entender socialmente el fenómeno y comprender que para enfrentarlo se requieren políticas activas de empleo, porque son un subgrupo poblacional vulnerable que presenta características que se convierten en barreras de acceso al mercado laboral formal, el cual, al estar ligado a la informalidad, resulta siendo una responsabilidad de la administración local, en materia de asistencia social. Desde la investigación se muestra que al menos un 44% de los encuestados han pensado en formalizar su actividad comercial, buscando aumentar sus ingresos y mejorar su calidad de vida. Esto muestra que existe conciencia de los beneficios de ser parte de la economía formal, pero que debido a factores propios de estas personas, les impide dar el salto. La discusión es amplia y, sin duda, requiere de una política pública clara y enfocada a solucionar problemáticas estructurales, más que de aplazamiento de los problemas.

Adenda. La presente nota se basó en el artículo de investigación Espinosa Pérez, Y. & Castro Escobar, E. S. (2018). Informalidad en el espacio público del centro histórico de la ciudad de Manizales.

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