La economía colombiana durante el 2017 estuvo marcada por una franca desaceleración de su actividad económica, en donde el producto creció a tasas reales en un rango entre el 1,6% y 1,8% (promedio hasta el tercer trimestre de 1,5%), muy por debajo de las estimaciones de crecimiento de inicio del año del Gobierno Nacional (2,2% – 2,5%) y de la tasa registrada al final del 2016 que fue del 2%. El consumo, en promedio hasta el tercer trimestre del 2017, se expandió a tasas reales del 2%, donde el consumo de los hogares se contrajo en 0,4 puntos porcentuales (p.p.) y el consumo del gobierno aumentó en 1,6 p.p., llegando a 1,6% y 3,5% respectivamente. En el consumo de los hogares, la mayor contracción se presentó en el consumo de bienes semidurables y servicios; mientras el consumo de bienes durables se recuperó significativamente luego de un 2016 de presentar un crecimiento real del -0,8%. En el rubro global de inversión (formación bruta de capital fijo), se muestran noticias positivas al haber experimentado una recuperación en 2017, luego de crecimientos reales negativos en 2016, donde se destaca la inversión en maquinaria y equipo, equipo de transporte y obras civiles, con tasas promedio anual de 1,8%, 1% y 6,6% respectivamente. Por su parte, la inversión en el sector primario y la construcción de edificaciones registraron crecimientos negativos del -0,7% y -10,4%.
Entre los aspectos positivos del año 2017, se destaca la resistencia del desempleo, la reducción en el déficit comercial y la caída en la inflación. En el sector externo, la reducción en más de USD 8.000 millones en el déficit comercial frente al 2016 se ha dado gracias a la estabilización de la oferta exportable luego del ajuste a la reducción de los precios internacionales del petróleo, que ha llevado a que las ventas en el exterior hayan registrado mayores tasas que las importaciones durante el año. Para el periodo enero-noviembre las exportaciones de Colombia alcanzaron la cifra de USD 33.821 millones, presentando una variación del 19,6%, de los cuales, 15% lo ha contribuido las exportaciones minero-energéticas (con una variación del 30,1%), 2,7% los productos agropecuarios, alimentos y bebidas (con una variación del 12,9%), 0,6% las manufacturas (con una variación del 2,6%) y 1,3% de otros sectores. Acá ha tenido una incidencia importante el repunte gradual de los precios internacionales del petróleo y otras materias primas, así como la positiva producción cafetera, fruto de la política de renovación de cafetales en años anteriores liderado por la Federación Nacional de Cafeteros. En la mayoría de los países se evidenció una reactivación de las exportaciones, destacando el 13,4% de los países de la Comunidad Andina, 37% a Brasil, 40% a México, 40,5% a Panamá, 2,1% a los Estados Unidos, 11,4% a los países que componen la Unión Europea, 71,8% a China y 99,6% a Turquía. Los mencionados anteriormente, representan el 77,7% de las exportaciones totales del país. Así, las exportaciones tradicionales del país, registraron una variación del 28%, donde el petróleo, carbón y ferroníquel crecieron 20,1%, 54,1% y 9,4% respectivamente y el café un 16,2%. Por el lado de las importaciones, para el periodo enero-octubre, el valor de estas fue de USD 38.453 millones, con una variación de 4,8%, donde el 45,7% están representados por materias primas y productos intermedios, que crecieron un 4,1%, seguido de los bienes de capital y material de construcción, que representan el 30,8% de las importaciones y crecieron un 8,3% y finalmente los bienes de consumo que presentaron el menor crecimiento (2% para el periodo, 1,4% para bienes de consumo no duradero y 2,7% para bienes de consumo duradero) y que participan con el 23,5% de las importaciones del país.
En el mercado laboral, las cifras han sorprendido, ya que han tolerado el revés económico del país y muestran un interesante “aguante” a pesar de la coyuntura. La tasa de desempleo nacional hasta noviembre se ubica en 9,4%, ligeramente arriba de la tasa registrada a finales del año pasado (9,2%), una tasa de ocupación del 58,3% y una tasa global de participación del 64,4%, valores similares a los registrados el año anterior. Así, se muestra como el país pasa de 2.248.801 desocupados en 2016 a 2.329.958 desocupados en 2017. Al desagregar por cabeceras metropolitanas y centros poblados y rural disperso, se evidencia que el desempleo rural se ha mantenido muy similar al registrado el año pasado, mientras el desempleo urbano muestra un incremento de más de 0,5 p.p., representado una pérdida de más de 100 mil empleos en el área urbana. Ahora bien, los principales sectores que apalancaron el empleo en el país en el 2017 fueron agricultura y ganadería, con una variación del 2,7% (97.228 adicionales) y actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, con un aumento del 3,8% (66.064 empleos más), seguido de la industria, la minería y los servicios sociales, que presentaron aumentos por encima de los 20 mil ocupados. En el área urbana, por su parte, los sectores de mayor crecimiento en la ocupación fueron las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, con un aumento del 4,2% (69.569 ocupados más) y transporte, almacenamiento y comunicaciones, con un incremento del 2,5% (39.785 empleos adicionales). Mientras en el área rural, la agricultura y la industria fueron los sectores líderes, con una variación del 2,3% y 11,6% y aumentos de 67.327 y 31.521 ocupados más respectivamente.
Y, en el mercado monetario, la inflación cerró el 2017 en 4,09%, nuevamente por encima del rango meta del Banco de la República, sin embargo, la inflación ha registrado una fuerte desaceleración desde el 2015, bajando de una variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 6,77%, lo que se traduce en una reducción de 2,68 p.p., según el Banco de la República (2017) gracias a la gradual desaparición de efectos como la depreciación del peso colombiano, el paro camionero y el fenómeno del niño, y por otro lado, al debilitamiento de la demanda interna. Al evaluar por grupos de bienes y servicios, las mayores variaciones del IPC se presentaron en los grupos educación (7,41%), diversión (7,69%) y comunicaciones (6,43%), contribuyendo con el 0,47, 0,21 y 0,22 p.p. respectivamente a la inflación total del 4,09%. Sin embargo, el grupo de vivienda es el que mayor contribución a la variación del IPC aportó (1,38 pp), con una tasa del 4,49%. Evaluando la variación del IPC sin alimentos, que fue del 5,01%, esta apenas varió con respecto al 2016, lo que da señales de rigidez en la estructura de precios actuales en el país, lo que se denomina como la inflación básica o subyacente, debido a los últimos aumentos de precios como indexación de incrementos en el salario mínimo y aumento de impuestos como el IVA (Banco de la República, 2017).
Claramente, los indicadores económicos registrados en 2017 tienen una estrecha relación con la agenda política, económica y social del país, la cual en 2017 estuvo bastante movida. La economía experimentó los efectos adversos de una reforma tributaria, que subió el IVA del 16% al 19% que golpeó las decisiones de consumo de la población, lo que se ha traducido en variaciones negativas del índice de confianza del consumidor de Fedesarrollo durante todo el 2017. El plan “Colombia Repunta” anunciado por el Gobierno Nacional a principio de año, que prometía sumar 1,3 p.p. al crecimiento del producto, no se materializó y dejó a la economía colombiana creciendo por debajo de su crecimiento potencial (entre el 3% y 3,5%). Uno de los detalles más sonados fue el escándalo de Odebrecht, que frenó sin duda las inversiones en el sector de infraestructura y estancó un importante motor del gobierno actual. El paro de trabajadores de Avianca, que redujo la operación área del país en más de un 50% y que tuvo una duración de más de 40 días, afectó viajeros y hoteles, que sintieron el efecto adverso por más de un mes de parálisis. Este tipo de paros, que han sido frecuentes en los últimos años, según el Diario La República (edición impresa fin de semana 23-24-25.12.2017 p. 24-25), le ha costado al país más de $9 billones de pesos. Otro sector afectado en el año fue el sector de la ganadería, con la crisis de la fiebre aftosa, que limitó las exportaciones de carne y afectó a regiones ganaderas del centro del país, con sus efectos sobre el precio y el sacrificio de ganados. Finalmente, el nuevo presupuesto general de la nación aprobado para el 2018 fue de $235,6 billones de pesos, que tuvo recortes en algunos sectores que seguramente tendrá un impacto negativo para el 2018, pero en el global presenta una variación del 1% con respecto a la vigencia del 2017. Para cerrar el año, la calificadora estadounidense de inversión Standard & Poor’s, bajo la nota de inversión del país de BBB a BBB- (calificación de la deuda pública), siendo un campanazo de alerta para concluir el año ante la delicada situación del país en materia de crecimiento, dependencia económica de precios internacionales de productos básicos y las cuentas fiscales. Adicionalmente, el incremento del salario mínimo fue del 5,9% (quedando en $781.242), por encima de las recomendaciones del grueso de analistas, que seguramente afectara la dinámica empresarial, la productividad y el empleo en algunos sectores de la economía.
En esta coyuntura de ajuste fiscal y reacomodación económica, y candidato como país a ser parte del grupo de países de la OCDE, el Gobierno conformó una Comisión de Gasto Público, que sin duda traerá para los años venideros otra reforma tributaria y una muy posible reforma pensional, ante el hueco fiscal por esta materia, que según el Diario La República (edición impresa fin de semana 23-24-25.12.2017 p. 34), asciende a $38 billones de pesos.
Así, el 2017 puede ser resumido como un año de ajuste macroeconómico, luego de los choques de oferta, pero que, según los analistas locales e internacionales, fue un año de inflexión donde se espera una lenta y estable recuperación de la actividad económica para el 2018.
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