Hace pocos días el DANE publicó las cifras de pobreza y desigualdad económica para el 2014 con resultados significativos en el primero y cifras estancadas para el segundo. La pobreza es medida a través del Índice de Pobreza Monetaria, que establece el porcentaje de la población que se encuentra ubicada por debajo de la línea de pobreza, y la desigualdad económica se determina con coeficiente de GINI, indicador que mide la concentración de la riqueza. 
La línea de pobreza (es decir el costo per cápita mensual mínimo para adquirir una canasta de bienes alimentarios y no alimentarios que permiten un nivel de vida adecuado, el cual, es calculado por medio del IPC de ingresos bajos) a nivel nacional para el 2014 fue de $211.807, lo que representa que un hogar conformado por cuatro personas es considerado pobre si tiene ingresos mensuales por debajo de $847.228. En el caso de las 13 áreas metropolitanas la línea de pobreza se ubicó en $227.118. 
A nivel nacional, para el 2014, el Índice de Pobreza Monetaria se ubicó en 28,5%, es decir, que alrededor de 13 millones 200 mil personas en Colombia en 2014 se encontraban en situación de pobreza monetaria. Las ciudades con los menores índices de pobreza y por debajo del promedio nacional fueron: Bucaramanga, Área Metropolitana (A.M) (8,4%), Bogotá (10,1%), Medellín A.M (14,7%), Manizales A.M (15,7%), Ibagué (16,4%), Pereira A.M (18,1%), Cali A.M (19,1%) y Montería (20,9%). Y, las ciudades con los índices de pobreza más altos en el país fueron: Barranquilla A.M (25,5%), Cartagena (26,6%), Valledupar (27%), Cúcuta A.M (33,1%), Santa Marta (34,1%), Riohacha (42,4%) y Quibdó (46,2%). 
Entre el periodo 2002 – 2014, las mayores reducciones de la pobreza se dieron en Montería, con una disminución de 27 puntos porcentuales, y Bucaramanga A.M, mostrando una disminución de 25,3 puntos porcentuales. Para el caso puntual de Manizales A.M la reducción ha sido de 20,9 puntos en estos 12 años.
Asimismo se determinó la tasa de incidencia de la pobreza según características del jefe de hogar. Según esto, se destaca que el 27,3% de las personas eran pobres si se encontraban en una hogar con una jefatura de sexo masculino (31% en el caso del sexo femenino). Se alcanzaba un 39,6% si el jefe de hogar contaba con ningún nivel educativo o primaria (4,9% en caso de universidad o posgrado), 38,5% en caso en que el jefe de hogar no estuviera afiliado a seguridad social y un 36,2% si la jefatura de hogar era patrón y cuenta propia. Igualmente, según las características del hogar, el 68,3% de las personas que viven en hogares con tres o más número de niños menores de 12 años son pobres. 
Con respecto a la desigualdad económica, Colombia se consolida con un coeficiente de GINI del 0,54, mostrando un descenso a penas de 0,03 puntos frente al año 2002, donde el GINI del país era de 0,57. Las ciudades del país con mayor reducción han sido Barranquilla A.M, Bogotá, Bucaramanga A.M, Cali A.M y Montería. Para el 2014 las ciudades con menores niveles de desigualdad en los ingresos fueron: Valledupar (0,42), Bucaramanga A.M (0,43), Ibagué (0,44), Barranquilla A.M, Cúcuta A.M y Villavicencio (0,45), Montería (0,46), Manizales A.M, Santa Marta, Pereira A.M y Tunja (0,47) y Neiva, Sincelejo y Cartagena (0,48). Por el contrario, los coeficientes de GINI más altos en el país se encuentran en: Pasto, Bogotá y Quibdó (0,50), Riohacha (0,52) y Medellín A.M (0,53). 
Para el año 2014 el ingreso per cápita promedio mensual a nivel nacional fue de $578.422 (ósea $2.313.688 de ingresos mensuales para una familia compuesta por cuatro personas). Las ciudades del país con mayores niveles de ingresos fueron: Manizales A.M ($722.725), Bucaramanga A.M ($863.880), Medellín A.M ($933.844) y Bogotá ($999.195). 
En pobreza existe otro indicador de medición que es el índice de pobreza multidimensional – IPM, que mide la pobreza teniendo en cuenta 5 indicadores (educación, niñez y juventud, trabajo, salud y vivienda) conformados por 15 variables resultantes de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida. Según esto, el IPM a nivel nacional es 21,9%, que representa a 10 millones 336 mil personas, y con unos indicadores más altos en la región Central (28,1%), Atlántica (34,6%) y Pacifica (34,6% sin incluir el Valle). A nivel nacional las variables más neurálgicas son el rezago escolar, las barreras a servicios para cuidado de la primera infancia y el trabajo informal. 
Estas cifras muestran que en el país y las regiones se han hecho grandes esfuerzos para la reducción de la pobreza en los últimos años con resultados positivos en esta materia. Aun así, existen variables que siguen siendo no tan buenas en el país, como la inequidad distributiva del ingreso, la informalidad laboral y problemáticas en la primera infancia. 
De los 21 millones 500 mil ocupados en el país, tan solo el 28% perciben ingresos superiores a 1,5 salarios mínimos ($966.525) y el 49% no cuenta con ningún título educativo, en donde el 88% de este subgrupo recibe ingresos iguales o inferiores a 1,5 salarios mínimos. Solo 2 millones 254 mil de las personas ocupadas del país tienen un nivel educativo universitario y, de estos, el 83% perciben ingresos superiores a 1,5 salarios mínimos. 
Los datos hablan por sí solos. La inversión en educación desde los primeros niveles constituye una herramienta esencial para el proceso de desarrollo económico y social de un país. La educación genera círculos virtuosos en el sistema económico, abriendo las posibilidades de acceso para aumentar ingresos, superar la situación pobreza, mejorar la calidad de vida, incrementar la productividad y la competitividad e impulsar el crecimiento económico. Una sociedad con bajos niveles educativos está condenada a enfrascarse en círculos de pobreza y desigualdad económica. 
¡FELIZ SEMANA SANTA A TODOS NUESTROS LECTORES!

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