Como ya se expuso en la nota económica de la semana pasada, el panorama de la economía nacional pasa actualmente por unos nubarrones caracterizados por bajos precios del petróleo, una tasa de cambio con tendencia al alza, un aumento de la inflación, una caída en las exportaciones totales del país y pronósticos de crecimiento del PIB para este año a la baja. Adicionalmente a estos fenómenos, se está gestando desde finales del mes de febrero internamente en el país una situación de tipo político y social que ya ha comenzado a tener efectos económicos: el paro camionero. 

El cese de actividades por parte de este sector se debe principalmente a la demanda de los transportadores de bajar los precios del combustible (entre otras como una política de chatarrización, seguridad social y la regulación de tarifas), en un contexto en el cual a nivel internacional el precio del petróleo ha disminuido un poco más del 50% mientras el precio interno de la gasolina no ha alcanzado hasta ahora una reducción ni del 10%.

El paro tiene repercusiones en el transporte de los productos (materias primas y bienes finales) lo que afecta directamente el flujo comercial, incide en el aumento de los precios, frena la producción industrial y paraliza sectores específicos en el mercado laboral.

En Caldas hay grandes empresas que están comenzando a experimentar los efectos del paro camionero y se vislumbra interrupciones en la producción y el despido de miles de trabajadores.

Esta situación no es conveniente para el país, en especial en este año donde la economía se encuentra en una coyuntura económica endeble, y particularmente es realmente desfavorable para el sector industrial tanto a nivel nacional como regional.

El modelo de transporte del país desde los años sesenta priorizó el transporte terrestre por carreteras sobre el transporte férreo y fluvial, y desde este sector se desprende en gran parte los costos operativos del sistema económico colombiano y, por lo tanto, la logística de transporte es una variable clave en la competitividad del país.

Este modelo, enfrascado en un país con una infraestructura de transporte con varias décadas de rezago, precios de los combustibles altamente poco competitivos y, adicionalmente, un paro de los transportadores de carga, son los ingredientes perfectos para que la desaceleración económica del país, y de la industria, sea más extrema este año.

Las cifras
La semana pasada el DANE reveló datos de la Encuesta Mensual Manufacturera para el mes de enero del 2015, mostrando una reducción total de la producción real de la industria del -2,5% y de las ventas reales del sector del -2,8%, y tan solo 16 subsectores, de un total de 39 analizados, mostraron variaciones positivas donde destacan la transformación de la madera y sus productos (17,8%); la elaboración de cacao, chocolate y productos de confitería (17,3%); fabricación de sustancias y productos químicos básicos (13,3%); industrias básicas de hierro y de acero (12,6%) y elaboración de bebidas (7,4%).

La agenda administrativa del Gobierno Nacional y las futuras administraciones locales deben concentrar esfuerzos en el sector industrial y articular políticas que lleven al fortalecimiento de la competitividad de este sector para los próximos años. A nivel nacional sería viable la puesta en marcha de una política diferencial de precios, con la cual, los transportadores accedan a precios de la gasolina mucho menores, para que sean competitivos en coherencia con el contexto internacional y, a nivel local, las instituciones públicas y privadas deben “hablar el mismo idioma” y apostarle a políticas e iniciativas de creación de distritos industriales y especialización industrial regional.

Área de Investigaciones Socioeconómicas
Cámara de Comercio de Manizales por Caldas

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