Mabel Ibarra
Profesora asociada, investigadora e integrante del Grupo de Investigación Sistemas Integrados de Gestión
Facultad Ciencias de la Salud
Universidad Católica de Manizales
El estrés laboral y su implicación en las organizaciones
“El bienestar del individuo es razón suficiente para actuar, pero la mala salud mental también puede tener un impacto debilitante en el rendimiento y la productividad de una persona”. Tedros Adhanom Ghebreyesus, (Director General, Organización Mundial de la Salud)
En el dinámico entorno laboral actual, influenciado por nuevas tecnologías, la globalización y cambios demográficos, socioeconómicos y políticos, las personas enfrentan crecientes presiones para responder eficientemente a las demandas del trabajo. Estas condiciones requieren una mayor capacidad de adaptación a los desafíos organizacionales emergentes. El estrés laboral surge como una respuesta del individuo a nivel fisiológico, psicológico y conductual, como un mecanismo de adaptación a estas exigencias tanto internas como externas.
La percepción del estrés laboral ha evolucionado, antes se consideraba un problema individual pero hoy se reconoce como uno colectivo que afecta a trabajadores de todos los sectores y profesiones en el mundo. Este tema ha adquirido gran importancia debido a su impacto en la salud física y mental de los empleados, afectando la eficiencia de las organizaciones e influyendo negativamente en la productividad, el rendimiento y la tasa de absentismo laboral. Además, ya ha provocado discapacidades derivadas de la pérdida de la salud funcional, contribuyendo a jubilaciones tempranas.
El aumento del estrés en el entorno laboral ha llevado a una mayor concienciación a nivel internacional sobre la necesidad de abordarlo y mitigarlo, reconociendo su relevancia para el bienestar de los empleados y la eficacia organizacional. La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud promueven el desarrollo de entornos laborales saludables y respetuosos, así como la necesidad de fortalecer la calidad de vida en el trabajo.
En este sentido, es necesario identificar las señales de alarma cuando se presenten los primeros signos de estrés, tales como: agotamiento emocional, estados de confusión, alteraciones psicosomáticas (cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, trastornos de pánico, enfermedades de la piel, dolor o debilidad muscular, cefaleas, fatiga extrema), y síntomas físicos (pérdida de memoria, confusión, perturbaciones visuales, trastornos del sueño), entre otros. Cuanto más tiempo se tarde en identificar el problema por considerar muchos de los síntomas como ‘normales’, mayor será el desgaste del organismo.
En conclusión, es necesario implementar estrategias para prevenir el estrés laboral. A nivel individual, esto incluye mantener un buen balance entre el trabajo y la vida personal, adoptar una alimentación saludable, practicar ejercicio físico, realizar meditación, asegurar una adecuada higiene del sueño y fomentar actividades recreativas. A nivel organizacional, se deben promover un buen clima laboral, un liderazgo transformacional, la justicia organizacional, así como revisar las condiciones de trabajo y las demandas laborales.