Luis Guillermo Velásquez López
MPEP. Pensamiento estratégico y prospectiva
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Hemos pasado de lo difícil a lo complejo, con resiliencia y tenacidad, los empresarios sortearon de manera exitosa los años 2020 al 2022, asistimos a una parálisis de los flujos comerciales y de operaciones, cuyas consecuencias económicas no fueron menores, sin duda, los impactos en muchos casos fueron demoledores; no obstante, el conjunto de la economía recuperó su senda de estabilidad, gracias a las políticas de apoyo empresarial y la constancia de los empresarios, que en su momento se pusieron en marcha.
La experiencia del COVID no fue menor, pensábamos que habíamos superado una situación azarosa; sin embargo, el manto de inestabilidad que vive el país nos enfrenta a una realidad más cruda y espinosa de comprender, me refiero a la complejidad, el entorno se ha tornado complejo. Es la sorpresa de los anuncios del día a día, en donde la fusión de la semántica y la posverdad terminan falseando la realidad de los hechos, generando confusión a través de un discurso provocador y populista; una ruta que nos conduce a una mayor polarización.
Pero de detrás del escenario se configura una realidad cada vez más palpable y real, los empresarios están perdiendo direccionamiento en sus empresas, los factores de cambio que gravitan sobre las mismas se han duplicado, en particular aquellos con alto impacto y baja gobernabilidad, con lo son la inestabilidad jurídica, el riesgo país, la polarización creciente, Colombia es el segundo país con mayor grado de polarización en el mundo, el desafío a la institucionalidad, la reforma laboral en curso, la anunciada a los servicios públicos, la estructura tributaria, los niveles crecientes de inseguridad, los escenarios de recesión que aún no se disipan, la tasa de inflación, el lánguido crecimiento del PIB y por supuesto la recién aprobada reforma pensional, son todos ellos elementos de cambio que arropados bajo el nuevo modelo de gobernabilidad, están afectando seriamente el direccionamiento de las empresas.
Por lo tanto, en materia de gestión ante un entorno disperso y matizado por la incertidumbre, es necesario que los empresarios definan con claridad los factores sobre los cuales se tiene algún margen de gobernabilidad, como las alianzas estratégicas, la innovación, la capacidad operativa, los asuntos logísticos, el mercado potencial y el capital intelectual, tecnología y cadenas de proveeduría, solo por enumerar algunos de ellos, que por supuesto cambian según el sector empresarial y sobre estos, afincar el direccionamiento estratégico con un enfoque de prospectiva empresarial.
Por último, y quizás lo más relevante, la anticipación se torna perentoria. No hay lugar a engaños, a esta altura del partido y con tan solo 24 meses del nuevo modelo de gobernanza sería ingenuo pensar que la ruta continuará de manera lineal, desafortunadamente la realidad se aparta de lo sensato; por lo tanto, los empresarios se enfrentan a un contexto que exige decisiones como parte de la anticipación; estamos trabajando más en corto, los cambios superan la planeación y en consecuencia nos enfrentamos a un escenario en donde hacemos más estrategia y menos planeación.
A modo de colofón, es oportuno retomar las dos palabras con las cuales iniciamos el escrito “resiliencia y tenacidad”; no podría haber una mejor definición del perfil del empresario colombiano. Ustedes generan un poco más del 90% del empleo y una porcentaje similar en materia de impuestos al país; pero quizás lo más notable, como institución son la que mayor confiabilidad generan en la sociedad, es hora de participar activamente en la construcción de un futuro colectivo y participativo, la unión de los empresarios es el mayor colectivo de Colombia y el baluarte de la libertad empresarial y social de nuestra querida Colombia.