El contexto actual de la economía mundial es complejo, hay una gran incertidumbre por una posible recesión mundial, liderada por Europa y Estados Unidos.
Las señales de alerta se han disparado por el comportamiento de la curva de rendimientos en Estados Unidos, la cual muestra la tasa de interés de los bonos del tesoro norteamericano (deuda pública).
Normalmente entre mayor sea el plazo, más alto es el valor de los intereses que debe pagar el gobierno a los tenedores de bonos. Sin embargo, en este momento la curva de rendimientos está invertida, es decir, se paga una mayor tasa de interés por un bono de corto plazo (menos de 5 años) que por un bono de largo plazo.
La situación anterior se interpreta como una señal del mercado, porque este prevé una posible disminución en las tasas de interés ante una probable recesión, por lo tanto, los bancos centrales intervienen inyectando liquidez en la economía.
Esta es una primera señal desde lo económico, remarcando que los indicadores financieros suelen anticiparse a las recesiones, en gran medida gracias al comportamiento de las expectativas, es decir, si se generaliza la idea en el mercado de una posible recesión, muy probablemente se va a dar porque los agentes comienzan a comportarse negativamente (disminuyendo la producción) lo cual contrae la actividad económica.
El comportamiento del sector real es bastante pobre, la economía de la Eurozona ha presentado en los últimos años un crecimiento económico bajo, no ha logrado reponerse de la crisis de 2008 y 2011, este ha estado por debajo de un 2% y se presenta una deflación (Disminución en los precios).
La situación de la Unión Europea se complica más con los resultados de la economía de Alemania, la cual ha presentado contracciones en su crecimiento, con cifras cercanas a 0%, si la tendencia sigue así en los próximos trimestres puede declararse técnicamente en recesión.
En Estados Unidos, por el lado del sector real, las señales se van tornando poco positivas, recientemente el índice PMI, un indicador macroeconómico cuyo fin es mostrar la situación económica con base en datos recopilados a partir de encuestas mensuales a las empresas más representativas del país.
El PMI se ubicó por debajo de lo que se considera como expansión de la economía, presentó un valor de 49,5. Sin embargo la economía de Estados Unidos sigue creciendo a tasas cercanas al 3%. En comparación con el contexto internacional los resultados son positivos, podría creerse que no hay señales de una recesión en el sector real.
No obstante es importante analizar cuidadosamente las decisiones de la reserva federal (FED), porque en la más reciente reunión se decidió disminuir las tasas de interés en 0,25pp, dejando la tasa de referencia entre 2% y 2,25%; esta situación es llamativa porque hace 8 meses se pretendía un incremento en la tasa de interés de intervención de la política monetaria y por el contrario se ha disminuido la tasa. La FED no hacía recortes en la tasa de interés desde la crisis de 2008.
Estados Unidos ha presentado una expansión económica sin precedentes en toda su historia, sin embargo, crecer por encima del producto interno bruto potencial de la economía, no es sostenible a lo largo del tiempo y suele presentarse un recalentamiento de la economía el cual trae consigo una desaceleración.
La economía mundial nunca logró recuperarse de manera óptima desde la recesión de 2008, por lo tanto, el crecimiento ha sido poco dinámico en el sentido de una baja productividad, ante ese panorama una recesión puede ser una gran oportunidad para generar los incentivos necesarios, y dejar de lado el crecimiento económico mediocre, generando un efecto rebote, el cual puede promover la implementación de medidas más efectivas para la productividad, inversión y políticas publicas necesarias para volver a sendas de crecimiento estables y sobresalientes.
También es necesario mencionar la incertidumbre generada por el Brexit, la inestabilidad en la gobernanza de la Unión Europea y la acogida de posturas beligerantes y populistas que van en contravía de la teoría económica y del bien común.
Un ejemplo concreto es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, esta puede ser el gran detonante de una crisis económica a nivel mundial. El presidente Trump impone aranceles a los productos chinos debido a que estos le quitan oportunidades a la industria local, porque muchas de las compañías se trasladan al país asiático debido a que la mano de obra es más barata.
Trump quiere cambiar esa situación retomando la idea de volver a producir en Estados Unidos, plantea asumir un riesgo en el presente, para tener mejores resultados en el futuro, una postura temeraria ante el alto grado de interdependencia entre las cadenas globales de valor.
Por ejemplo, gran parte de los insumos de la industria de Estados Unidos provienen de China, de igual manera, los productos chinos les permiten a los estadounidenses de bajos recursos acceder a bienes y servicios que de otra manera no lo harían.
Imponer aranceles a los productos chinos afectará principalmente a los consumidores con menores ingresos e incrementará el precio de los insumos, perjudicando la competitividad de los bienes y servicios. El mundo se ve afectado por las decisiones de Trump, y si el mundo entra en recesión nadie va a estar en capacidad de comprarle a Estados Unidos, y muy seguramente la economía americana entrará en recesión ante una menor demanda a nivel internacional.