El pasado domingo se realizó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que se eligió el nuevo mandatario de Colombia para el periodo 2018-2022. Fue una elección con grandes fuerzas de polarización, en donde, quizás, por primera vez a nivel histórico se da una verdadera confrontación ideológica frente a dos modelos económicos y políticos totalmente opuestos, lo que se traduce en un cambio en el paradigma electoral del país. Y, una vez conocido el nombre de la persona que ocupará la presidencia en los próximos cuatro años, a quien se le desea éxito en el mandato, es necesario resaltar los grandes retos económicos que tendrá que afrontar. Si bien, el nuevo equipo de gobierno, toma las riendas de una economía que se encuentra en periodo de recuperación, con proyecciones de crecimiento del 2,7% para este año, todavía la economía colombiana estaría creciendo por debajo de su potencial, lo que traería la urgencia de revisar una serie de variables, que se convierten, en esos grandes retos económicos.
El reto primordial, casi que exclusivamente, en el que deberían ir dirigidos los esfuerzos, es la temática del desempleo. Revisando la teoría macroeconómica (citando la Ley de Okun), un canal fundamental para bajar el desempleo es través del crecimiento económico, lo cual coloca como tarea al nuevo gobierno la creación de una planeada y efectiva agenda económica que permita llevar el ritmo de la actividad económica colombiana hacia sus niveles potenciales, ya que en la medida que exista esta brecha del producto, se continuará presentando lentos y ascendentes indicadores de desempleo como se ha venido mostrando en las diversas 23 ciudades y áreas metropolitanas del país.
Ahora bien, dentro de dicha agenda económica, en la búsqueda de la generación de empleo (en cantidad y de calidad), bajo la cobija del crecimiento económico, el eje de las estrategias debería gravitar sobre cuatro puntos: (i) infraestructura de transporte y logística; (ii) cierre de brechas de educación; (iii) políticas productivas de sofisticación y diversificación; y (iv) crecimiento macroeconómico con sostenibilidad fiscal. Brevemente, se mostrará lo que acarrea estos cuatros puntos fundamentales.
1. Como es mencionado por Anif, uno de los grandes obstáculos de los empresarios colombianos está asociado al denominado Costo Colombia, en donde los atrasos en infraestructura de transporte y logística a nivel nacional son una presión sobre los costos y sobrecostos para la actividad empresarial, lo que resta competitividad en los mercados internaciones. Claramente, desde las últimas administraciones se ha venido avanzando en el tema, y para el nuevo periodo presidencial, este no puede ser apartado en un segundo plano, y debe continuar siendo una política de Estado. En este sentido, el apoyo a los proyectos de infraestructura en las regiones es una tarea fundamental.
2. Visualizar la educación como una herramienta de trasformación y movilización social. En este punto, la inversión debe ir dirigida al cierre de brechas entre la calidad de la educación pública y privada y, en el nuevo contexto de formación internacional, mejorar sustancialmente la calidad de los programas de educación técnica y tecnológica, los cuales no tienen resultados muy positivos, y a la larga pueden estar añadiendo poco valor agregado al capital humano, el cual es un factor esencial de la productividad empresarial, y este a su vez, el motor del crecimiento de una economía.
3. El gran salto social (Big Push) del país debe ser entendido desde el crecimiento del aparato productivo. Es una necesidad que la nueva administración articule y genere una política de desarrollo productivo, que apunte a crear las condiciones necesarias para sofisticar (incrementar el valor agregado o la complejidad empresarial) y diversificar (reducir dependencia de bienes primarios y minero-energéticos) el tejido empresarial colombiano. Este sin duda, es el mayor reto, ya que el modelo minero-energético actual se esta agotando, debido a las consecuencias macroeconómicas que conlleva (enfermedad holandesa y dependencia de los mercados internacionales) y, que ambientalmente, no es sostenible. Para esto, adicional de los factores competitivos de siempre (flexibilización laboral, educación de calidad, corredores logísticos, sistema financiero inclusivo, reducción de la corrupción), se debe empezar a pensar en políticas industriales de corto plazo, es decir, saltar a sectores cercanos a las capacidades actuales del aparato productivo, y en políticas de largo plazo, es decir, saltar a sectores alejados a la realidad actual, pero más sofisticados (la planeación prospectiva es una importante herramienta en este sentido). En este tipo de apuestas, las instituciones regionales (como las Cámaras de Comercio) son una mano de la administración central, que permiten una conexión de los objetivos nacionales con las necesidades regionales y una mayor coordinación e impacto en los diversos niveles territoriales.
4. El modelo de crecimiento económico debe ir en línea con la sostenibilidad fiscal de largo plazo. Es necesario plantear una reforma tributaria que se ajuste a la Regla Fiscal, para brindar señales de buena hacienda pública en el escenario internacional que nos de posibilidades de mayor y mejor endeudamiento, pero haga catarsis frente a la dependencia desequilibrada de los ingresos públicos tributarios con carga en los grandes contribuyentes (empresas) y la dependencia riesgosa frente a los ingresos petroleros. En este sentido, la nueva administración debe recoger las recomendaciones de las comisiones económicas (tributaria y gasto) hechas por el gobierno Santos, dirigidas a grandes rasgos hacia la simplificación tributaria, el aumento de los niveles de recaudo y la eficiencia en la gestión pública, pensando claramente en una mayor efectividad (y recursos) para la inversión pública, que permitan al Estado satisfacer las deudas sociales y cumplir con su función constitucional de asignación, es decir, de intervención cuando el mercado no genera una asignación eficiente de los recursos (fallas de mercado).
Claramente en la medida que la nueva administración haga las reformas necesarias para impulsar el crecimiento y generar las condiciones óptimas para que el empresario pueda crecer, generar riqueza y demandar mayor oferta de trabajo, los resultados se verán reflejados en mejores indicadores sociales y avances en temas neurálgicos de sociedad colombiana como son la desigualdad, la pobreza y mayores oportunidades de desarrollo.
Estudios Económicos
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