El Fondo Monetario Internacional publica trimestralmente una revista de análisis en diversos temas de desarrollo económico, pobreza y cuestiones relacionadas con el sistema financiero y monetario internacional llamado: Finanzas y Desarrollo (o Finance & Development por su nombre en inglés), en donde diversos autores expertos en diferentes temas escriben artículos interesantes acerca de las coyuntura socioeconómica y financiera internacional.
En la publicación del mes de septiembre de este año, la cual fue dedicada para América Latina, el economista colombiano, José Antonio Ocampo, escribió un artículo denominado: “Tiempos de incertidumbre. Después de una década de progreso social y económico, América Latina enfrenta cuestiones desafiantes”. El punto central del articulo de Ocampo se basa en el fundamento que el período 2004-2013/14 fue la década de la región, y estuvo enmarcada por grandes avances económicos y sociales en la gran mayoría de las naciones y fue un período en donde las economías emergentes comenzaban el siglo XXI con excelentes ritmos económicos mientras los países industrializados pasaban por la crisis financiera entre 2008 y 2009 y la crisis de la deuda pública que explotó a finales del año 2010 y, la cual, aún tiene rezagos en las principales economías mundiales, en especial aquellas de Europa. Sin embargo esta etapa de gloria llega a su fin para finales del año 2014 y comienza un nuevo período que Ocampo lo identifica como de incertidumbre y grandes retos, pero ¿Por qué razón Ocampo afirma esta situación para América Latina?
Para decretar este período cómo “la década de América Latina” resaltan aspectos como son: la reducción de la inflación a niveles macroeconómicamente estables, la disminución de la deuda externa y el aumento de las reservas internacionales; igualmente las tasas de crecimiento económico bordearon en promedio en un rango entre el 4% y 5% en muchas economías y la inversión extranjera directa en estos países aumento significativamente. Estos positivos resultados desencadenaron importantes progresos en el campo social como fueron: la disminución de la tasa de desempleo a cifras de un solo dígito, el aumento de la tasa de formalidad laboral y la eliminación paulatina de los niveles de pobreza y pobreza extrema en la sociedad. A pesar de que todavía persisten brechas en estos campos y la desigualdad de ingresos es un común denominador en la región, los avances sociales se tradujeron en hechos reales.
A partir de finales del año 2014 la región empezó a mostrar síntomas de desaceleración, creciendo a tasas no superiores al 2% y con proyecciones para el 2015 y el 2016 sobre un promedio del 1% y la disminución en la pobreza entró en un ciclo de estancamiento. Pero quizás lo más preocupante, siguiendo a Ocampo, son las condiciones económicas exteriores, que produjeron un significativo revés a los términos de intercambio, donde las economías de América Latina al día de hoy están menos blindadas frente a los choques internacionales, contexto en donde su sector externo es el más vulnerable.
Leyendo el artículo Ocampo deja un mensaje muy claro. Si América Latina quiere recuperar ese ritmo de crecimiento y desarrollo económico deberá cuanto antes tomar todas las medidas posibles y necesarias para diversificar su oferta exportable, mejorar la productividad de sus sectores y dar un importante salto técnico-tecnológico en su estructura económica para reducir su alta dependencia a los productos básicos y sus variaciones inherentes a su dinámica.
Es claro que este ciclo económico decreciente por el cual las economías actualmente están atravesando contiene factores económicos exógenos y de poca maniobrabilidad por parte de los países, pero el punto de quiebre en estos contextos tiene nombre propio: innovación, que debe ir acompañada de inversión en educación (más calidad que cantidad) e infraestructura competitiva de transporte. Una inteligente mezcla de estos tres factores y amparados por un eficiente desempeño institucional, serían el motor de crecimiento y la fuente de mejores oportunidades para la sociedad en la región.