Esta semana los diversos diarios a nivel internacional se enfocaron en el descubrimiento de los “Papeles de Panamá”, un documento que salió a luz en días recientes sobre la vinculación de diversas personalidades y líderes en diferentes esferas a nivel internacional (política, deporte, entretenimiento, empresarios e inversionistas) con paraísos fiscales gestionados por una firma de abogados de Panamá, investigación que fue llevada a cabo por diversos medios de comunicación y donde aún se desconoce la fuente. El documento contiene más de 11 millones de registros consultados, en los cuales se encuentran al menos 850 colombianos, quienes fueron relacionados en negocios de esta naturaleza con la firma de abogados del vecino país.
La creación de este tipo de sociedades anónimas, que sirven de empresa fachada o empresas de papel para tener un manejo discrecional de grandes cantidades de patrimonio, plantea dos grandes alarmas: que ese tipo de patrimonio provenga de origen ilícito o que tengan como objetivo la evasión de impuestos. Claramente, ocultar y sanear dineros de origen no legal es algo verdaderamente preocupante y merece una investigación más profunda, pero en un concepto económico, los paraísos fiscales creados para la evasión de impuestos son sin duda los casos de mayor preocupación, ya que representan un fenómeno que tiene un efecto represivo en la distribución del ingreso y la desigualdad económica en una sociedad.
El economista francés, Thomas Piketty, en su libro El Capital del Siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2013), argumentó basado en series estadísticas desde el siglo XIX, sobre como la estructura del capital y su evolución a través del tiempo son el determinante de la desigualdad económica mundial, basado en el hecho de que los rendimientos del capital están por encima de los crecimientos económicos promedios mundiales, y que todo aquel, que posea capital o ingresos de grandes cuantías, siempre tenderá a tener un crecimiento económico mucho mayor que el resto de la población, la cual crece al ritmo de la economía promedio. Este fenómeno es del detonante de la desigualdad. Desde esta perspectiva, y siguiendo la línea de diversos autores internacionales, se propone como instrumento para luchar en contra de la desigualdad económica mundial, el establecimiento de un impuesto mundial al capital y la regulación y control de los famosos paraísos fiscales en el mundo.
Precisamente el año pasado hubo fuertes tensiones políticas entre el gobierno panameño y el gobierno colombiano, ya que a petición de este último y liderado por la DIAN, se solicitó a Panamá el listado con nombres propios de inversionistas colombianos con el fin de identificar a potenciales evasores de impuestos, que significarían grandes contribuyentes de ingresos para el gobierno.
Los impuestos son el principal ingreso de los gobiernos y figuran desde la teoría económica como un instrumento de la política fiscal para hacer una eficiente redistribución del ingreso en una economía. A través de la aplicación de impuestos progresivos es posible el apalancamiento del gasto del gobierno y el financiamiento de inversiones públicas en beneficio de la población. Si bien el funcionamiento de la económica no es perfecto y las fallas de mercado son inherentes al sistema, los gobiernos son los responsables de intervenir en las economías buscando el mayor bienestar para todos sus miembros. La existencia de paraísos fiscales son una falla de mercado y es deber de los gobiernos nacionales regular este tipo de actividades y llamar la atención a los grandes capitalistas del país, ya que este fenómeno lo único que promueve (adicional al lucro excesivo de una minoría en una población) es la postergación a una mayoría poblacional en una desigualdad económica estructural y el estancamiento en su calidad de vida.